10 animes como Attack on Titan
Seamos sinceros… cuando Attack on Titan (Ataque a los titanes) terminó, muchos nos quedamos con esa sensación rara de vacío. Como cuando cierras la última página de un libro que te cambió y piensas: ¿y ahora qué hago? A mí todavía me retumban en la cabeza las frases de Eren, esa mezcla de odio, desesperanza y libertad. Fue un anime que no solo nos entretuvo: nos rompió, nos obligó a mirar de frente a la crueldad de la guerra, al precio de la libertad. Y claro, después de algo así, cuesta encontrar algo que te sacuda igual. Pero, ojo, existen otros mundos que también duelen, que también hacen que te cuestiones todo. Hoy te traigo una lista de animes que, aunque no sean *Shingeki*, tienen ese mismo filo que corta y no se olvida.
1. Fullmetal Alchemist: Brotherhood – El precio de lo imposible
Todo empieza con un error. Edward y Alphonse Elric intentan revivir a su madre usando la alquimia. Dos niños jugando con lo prohibido. Y lo que consiguen es perderlo casi todo: Edward sacrifica un brazo y una pierna, Alphonse queda atrapado en una armadura vacía. Desde el primer episodio entiendes que esta historia no es amable. Igual que con *Attack on Titan*, el dolor es el motor inicial.
Lo que engancha es que no es una aventura fantástica cualquiera. Aquí se habla de genocidios, corrupción política, fanatismo militar. El arco de Ishval es tan crudo que parece arrancado de un libro de historia real. Ves pueblos arrasados, civiles exterminados, soldados siguiendo órdenes ciegas. Y no puedes evitar pensar en Marley y Paradis, en cómo *Shingeki* retrata la guerra como un monstruo sin rostro. La incomodidad es la misma.
Los villanos, los homúnculos, no son caricaturas: son la encarnación de los pecados humanos. Codicia, soberbia, envidia. Y detrás de ellos, una verdad aún más oscura. Es como descubrir que tras los titanes había algo mucho más grande, más podrido. Esa sensación de “no importa cuánto avances, siempre hay un enemigo mayor” se repite una y otra vez.
Y lo más bonito, al final, son los hermanos. Edward y Alphonse, cayendo y levantándose juntos, repitiéndose que no se rendirán. Ese vínculo me recuerda muchísimo al trío Eren-Mikasa-Armin: esa sensación de que, aunque el mundo se derrumbe, la amistad puede ser la última trinchera.
*Brotherhood* tiene de todo: acción, filosofía, momentos que te arrancan lágrimas y un final que cierra de verdad. Y aunque sea distinto a *Attack on Titan*, deja la misma huella: la de saber que las decisiones cuestan caro, pero que aún así hay que seguir adelante.
2. Neon Genesis Evangelion – El monstruo dentro del héroe
Evangelion no es fácil. Es de esos animes que dividen: lo amas o lo odias. Pero nadie sale indiferente. Aquí no hay titanes, hay “ángeles”, criaturas enigmáticas que atacan a la humanidad. Y la única defensa son los EVA, mechas gigantes que no son simples máquinas… sino organismos vivos que conectan con el piloto. Da miedo solo pensarlo.
Shinji Ikari es un protagonista incómodo. No es un héroe valiente. Es inseguro, se derrumba, se niega a luchar. ¿Y sabes qué? Eso lo hace más real. Porque, ¿quién de nosotros se subiría sin dudar a un robot biomecánico para salvar el mundo? Shinji es la antítesis de Eren: mientras uno avanza aunque le pese todo, el otro se paraliza ante el peso del destino. Pero al final, ambos son niños obligados a cargar con demasiado.
Las peleas son increíbles, sí. Pero Evangelion no te atrapa por la acción, sino por lo que viene después: silencios incómodos, personajes traumatizados, filosofías rarísimas. Es un anime que habla de depresión, de soledad, de religión, de lo insignificantes que podemos ser. Igual que *Shingeki*, no se conforma con contarte una aventura: quiere incomodarte, quiere dejarte pensando.
El final (o finales, porque hay varios) es polémico hasta hoy. Pero justo ahí está la gracia: no hay respuestas fáciles. Y si *Attack on Titan* fue un debate global con su conclusión, Evangelion ya había abierto esa herida en los 90. Es una experiencia, no un simple anime.
3. Code Geass – Ajedrez con sangre
Lelouch vi Britannia. Con ese nombre ya suena imponente, ¿no? Este tipo es un genio, un estratega con el poder del Geass, que le permite controlar la voluntad de los demás. ¿Héroe? ¿Villano? Ni él mismo lo sabe. Y esa ambigüedad es lo que lo vuelve fascinante.
Code Geass es puro ajedrez. Lelouch no pelea con músculos, pelea con la cabeza. Y cada movimiento cuesta vidas. Te lo juro, hay episodios en los que quieres aplaudirlo y otros en los que lo odias. Justo como con Eren: al principio entiendes su dolor, y luego… lo miras con miedo. Esa línea difusa entre la libertad y el egoísmo está en ambos.
Además, el anime mezcla batallas espectaculares con mechas, intriga política y traiciones personales. El resultado es un cóctel explosivo que nunca te da descanso. Y ojo, el final es de los más impactantes de la historia del anime. Todavía hay foros discutiendo si fue justo, si fue cruel, si fue brillante. Eso ya te dice mucho.
4. Akame ga Kill! – Aquí nadie está a salvo
Si pensabas que en *Attack on Titan* había muertes duras… espera a ver *Akame ga Kill!*. Aquí, la regla es clara: cualquiera puede morir. Y sí, mueren. Night Raid, un grupo de asesinos que lucha contra un imperio corrupto, parece al principio un “escuadrón de héroes”. Pero no. Esto es otra cosa. El anime te lo recuerda sin pausa: la guerra cobra vidas, y casi nunca las de los villanos principales primero.
Cada miembro de Night Raid tiene una historia, una herida. Tatsumi, inocente al inicio, se endurece a base de golpes. Leone, siempre sonriente, esconde un dolor que nunca muestra del todo. Akame, fría, pero con una carga emocional inmensa. Y claro, cuando alguno de ellos cae, no es solo un personaje menos: es un trozo de humanidad que se apaga en medio del caos.
Las batallas son creativas gracias a los *Teigu*, armas únicas con poderes increíbles. Pero más allá de la acción, lo que pesa es la sensación de injusticia. No hay redención fácil. No hay finales felices. Justo como en *Shingeki*: luchas sabiendo que lo más probable es perder.
Lo confieso: este anime me dolió. No porque fuera perfecto, sino porque no me dejó ilusionarme demasiado. Cada capítulo era una ruleta rusa. Y sí, lo terminé con el corazón hecho pedazos. Pero ¿acaso no buscamos eso a veces? Sentir. Aunque duela.
5. Claymore – Guerreras contra el abismo

Mundo medieval oscuro, Yoma devorando humanos, y las Claymore, guerreras mitad humanas, mitad monstruos, como única defensa. Ya con esa premisa tienes una historia dura. Y cuando aparece Clare, nuestra protagonista, marcada por la venganza, sabes que no habrá camino fácil.
La tensión principal es brutal: cuanto más poder usan estas guerreras, más cerca están de perder su humanidad. Esa delgada línea, ese “¿cuándo dejo de ser yo?”, es el mismo eco que escuchamos en Eren al transformarse. El dilema de ser héroe y monstruo al mismo tiempo.
El anime tiene un aire gótico increíble, con batallas viscerales y paisajes lúgubres. Pero lo que más me quedó es la soledad. Cada Claymore carga con un destino impuesto, sin posibilidad de elegir. Como los soldados de la Legión, lanzados a una guerra eterna. Y aunque el anime no cerró del todo bien (manga >>> anime, eso es ley), dejó cicatrices en quienes lo vimos.
6. Tokyo Ghoul – Identidad rota
Kaneki era un chico normal, tímido, lector empedernido. Hasta que conoció a Rize. Y boom: su vida explota. Tras un accidente, recibe un trasplante que lo convierte en mitad ghoul. De repente, la comida humana le da asco, sus amigos parecen amenazas, su propio reflejo lo aterra. Es un cambio de identidad brutal.
Lo peor es el rechazo. Los humanos lo persiguen, los ghouls lo ven como un bicho raro. No pertenece a ningún lado. ¿Te suena? Exacto: Eren señalado por ser titán. Esa soledad, esa rabia contenida, está aquí también. Y duele. Mucho.
*Tokyo Ghoul* no se corta: hay sangre, hay batallas sangrientas, pero lo que más marca es lo psicológico. Kaneki se rompe, se recompone, se rompe otra vez. Es una espiral descendente que te deja exhausto. Y aunque la adaptación al anime tuvo altibajos (el manga brilla mucho más), sigue siendo una experiencia intensa, perfecta para quienes buscan algo visceral tras *Shingeki*.
7. Parasyte: The Maxim – El enemigo bajo la piel
Imagínate: un día despiertas y tu mano ya no es tuya. Un parásito alienígena vive dentro de ti, piensa, habla, decide. Eso le pasa a Shinichi. Y lo que al inicio parece hasta gracioso (porque Migi, el parásito, tiene un humor raro), pronto se convierte en pesadilla. Porque el resto de parásitos… no son nada amigables.
Lo más fuerte no es solo la acción, sino el cambio en Shinichi. Poco a poco empieza a perder rasgos humanos. Su lógica se parece más a la fría racionalidad de Migi. Y ahí surge la pregunta clave: ¿qué nos hace humanos? ¿La biología, los sentimientos, la empatía? Esa misma duda que *Attack on Titan* nos escupió en la cara cuando vimos a Eren debatirse entre salvador y destructor.
El anime combina terror, ciencia ficción y un toque filosófico que te hace mirar tu propia mano con desconfianza. Inquietante, pero adictivo.
8. Berserk – El dolor hecho carne

Aquí no hay concesiones. *Berserk* es la crudeza en estado puro. Guts, un guerrero marcado por una infancia horrible, encuentra en Griffith y la Banda del Halcón un hogar, una familia. Y cuando por fin crees que habrá redención, llega el Eclipse. Una de las escenas más brutales del anime. Te deja roto, sin palabras, como pocas cosas en la vida.
*Berserk* no es solo violencia. Es un retrato de la ambición, la traición, el costo de soñar demasiado alto. Griffith, con su carisma y ambición, es tan magnético como aterrador. Y Guts, con su espada enorme, es el símbolo de la terquedad humana: seguir luchando aunque todo esté perdido. Igual que Eren, avanzando incluso cuando ya no quedaba nada más que cenizas.
No es un anime fácil de ver. Es incómodo, oscuro, desesperanzador. Pero también es una obra maestra que se mete bajo la piel. Como *Shingeki*, te obliga a mirar lo peor y lo mejor de la humanidad, sin filtros.
9. Seraph of the End – Vampiros y cicatrices
Aquí no hay titanes, hay vampiros. Una plaga arrasa con los adultos y los niños quedan como ganado de los señores de la noche. Yuu Hyakuya lo pierde todo en un intento fallido de escape. Sobrevive, sí, pero solo para vivir con el deseo de venganza quemándole por dentro.
La relación con Mikaela, su “hermano” convertido en vampiro, es uno de los puntos más dolorosos. Porque aquí la tragedia no viene solo de la guerra, sino de la traición del destino. Como cuando Armin y Mikasa veían a Eren transformarse en algo irreconocible. Esa herida, esa ruptura de lazos, es lo que hace que *Seraph* te deje temblando.
La estética gótica, la mezcla de acción sobrenatural y drama adolescente, lo hacen único. No será tan redondo como otros animes, pero si buscabas ese tono de desesperanza juvenil contra un enemigo imparable, aquí lo tienes.
10. Death Note – El dios equivocado

Light Yagami encuentra el cuaderno. Un poder absoluto: matar a cualquiera con solo escribir su nombre. Y lo que empieza como una cruzada contra criminales, pronto se convierte en una tiranía disfrazada de justicia. Light se transforma en un dios de papel. Y claro, como con Eren, pasas de apoyarlo a temerlo.
La llegada de L convierte todo en un duelo mental legendario. Cada movimiento es una trampa, cada palabra un engaño. Aquí no hay titanes, pero la tensión es igual de intensa. Y lo mejor: nunca sabes de qué lado estás. Esa incomodidad moral, ese “¿y si el villano tiene razón?”, es el mismo veneno que nos dejó *Shingeki* en las últimas temporadas.
Cuando buscas volver a sufrir (un poquito)
Todos estos animes tienen algo en común: no te dan tregua. No son historias cómodas, no son aventuras para desconectar. Son viajes emocionales que te obligan a mirar de frente la pérdida, la guerra, la desesperanza… y también la amistad, la terquedad, la chispa de humanidad que sobrevive incluso en medio del horror. Igual que *Attack on Titan*.
Y sí, muchos duelen. Pero esa es la gracia: si *Shingeki* nos enseñó algo, es que el dolor compartido nos une. Que las cicatrices son prueba de que sentimos. Así que, ¿te atreves a abrir una nueva herida con alguno de estos títulos?