Shinra viaja al pasado en Fire Force 3×12
La tercera temporada de Fire Force no solo es la más ambiciosa hasta ahora, sino también la más desconcertante. En el episodio 12, la narrativa da un giro radical que desdibuja la línea entre el pasado y el presente, y lanza a Shinra Kusakabe a una experiencia tan surrealista que desafía las convenciones del anime moderno.
El clímax de la primera parte de la temporada 3 de Fire Force: un final explosivo
Mientras Shinra e Inca viajan a velocidades cercanas a la de la luz, el protagonista empieza a reflexionar sobre cómo imaginaba el pasado. Como cualquiera, Shinra espera encontrar un mundo similar al suyo, solo que sin la combustión humana espontánea. Imagina que la sociedad anterior sería apenas distinta, con personas y estructuras reconocibles. Pero todo se derrumba en el instante en que pone un pie en el pasado.

La versión hiperrealista de Tokio lo deja completamente desconcertado. Las imágenes tridimensionales que lo rodean no parecen pertenecer a un mundo de fantasía, sino más bien a una réplica exacta del Tokio real, nuestro mundo. Esta secuencia es tan inquietante que, aunque no pertenece a un anime de terror, logra provocar una incomodidad profunda y visceral en el espectador.
El Tokio del pasado era una copia del mundo real
En lugar de hallar una Tierra pre-cataclismo con ligeras diferencias, Shinra se encuentra con una réplica casi perfecta de nuestro propio mundo. Este descubrimiento casi lo lleva a la locura. Sin embargo, logra mantenerse lo suficientemente lúcido como para absorber y procesar esta visión perturbadora. En términos narrativos y visuales, este episodio ofrece uno de los giros más impactantes del anime contemporáneo.
La travesía temporal de Shinra Kusakabe toma un giro psicodélico
Después de perder el conocimiento, Shinra recibe un Adolla Link inesperado de una figura aún más sorprendente: Inca Kasugatani, la impredecible aliada de la Temporada 2. Ella le revela que su destino es llevarla al pasado y descubrir una forma de revertir el Gran Cataclismo. Aunque desconfía de ella por su afiliación con los White-Clad, comprende que esta podría ser su única oportunidad para salvar el mundo.
Este viaje temporal no solo expande el universo de Fire Force, sino que también desafía la percepción del tiempo, la memoria y la identidad. Como si estuviera atrapado entre dos espejos que reflejan infinitamente el pasado y el presente, Shinra se ve obligado a confrontar realidades que no entiende del todo.
La confesión de los White-Clad y el verdadero plan del Evangelista
La narrativa también cambia momentáneamente de enfoque para mostrarnos a Yona, uno de los White-Clad, quien confirma en un monólogo escalofriante que son los verdaderos fundadores del Templo del Sol Sagrado. Además, revela que provienen de Adolla y que apoyan completamente el plan del Evangelista: incinerar Tokio y convertirlo en otra dimensión Adolla. Esta confesión revela lo meticuloso y aterradoramente efectivo del plan del enemigo.
Una revelación que reconfigura la historia del anime
Lo que parecía un enfrentamiento clásico entre el bien y el mal, se transforma en una narrativa cósmica de múltiples dimensiones. Shinra no solo lucha contra enemigos externos, sino también contra la posibilidad de que su realidad misma sea una construcción artificial influenciada por fuerzas más allá de su comprensión.
Los eventos del episodio 11 marcan el inicio del Gran Cataclismo
Antes de que Shinra sea enviado al pasado, el episodio 11 establece las piezas de este rompecabezas. El Evangelista está más cerca que nunca de su objetivo mientras el nuevo Gran Cataclismo comienza oficialmente. Una gigantesca columna emerge del océano junto a un Infernal colosal. Shinra, junto a Kurono de Haijima Industries y los soldados restantes, logra detener al monstruo, pero eso solo forma parte del plan del enemigo.
Una vez derrotado el Infernal, su esencia es absorbida por la columna, lo que permite el verdadero inicio del Gran Cataclismo. Faerie, uno de los White-Clad, secuestra a Shinra, quien es rescatado de forma inesperada por su hermano menor Sho, aparentemente traicionando la causa del Evangelista. Los múltiples intentos de Shinra de establecer vínculos Adolla finalmente parecen haber dado frutos. Aun así, es capturado por Ogun Montgomery y se insinúa que fue arrestado por el presunto asesinato de Leonard Burns.
Un salto en el tiempo que sacude la continuidad
De manera imposible, Shinra despierta tres meses en el futuro desde el momento en que viajó al pasado. El Gran Cataclismo ha seguido avanzando, y ahora han emergido cinco columnas del océano, dejando solo tres por detener para evitar el apocalipsis. Al despertar, se encuentra confinado a una mesa médica, lo que insinúa que estuvo fuera de control durante este tiempo.

Aunque no se ha confirmado oficialmente, todo indica que Shinra no tenía control sobre su cuerpo. El hecho de que no esté en prisión sugiere que ocurrieron eventos importantes fuera del campo visual del espectador. Todas estas incógnitas, y muchas más, serán reveladas cuando Fire Force regrese en enero de 2026.
Un final que marca un antes y un después
El capítulo 12 de la tercera temporada de Fire Force no se limita a cerrar un arco narrativo; más bien, lo dinamita por completo. Desde el primer minuto se nota que algo no encaja del todo, como si el mundo que conocíamos estuviera a punto de reventar desde dentro. Shinra no solo viaja al pasado: se lanza de cabeza hacia los cimientos del universo, y lo que encuentra allí es todo menos reconfortante. Es una de esas historias que incomodan, que te obligan a mirar más allá de la superficie.
Lo más potente de este episodio no son las peleas ni los giros argumentales (aunque los hay, y de sobra), sino esa sensación de vértigo que deja. Fire Force siempre ha coqueteado con ideas más grandes que sus personajes, pero aquí se atreve a plantear preguntas sobre el tiempo, la existencia y el precio de conocer la verdad. Hay escenas que parecen sacadas de un sueño —o de una pesadilla— y diálogos que, sin necesidad de alardes, te dejan dándole vueltas al coco un buen rato después.
Con este episodio, la serie demuestra que todavía tiene muchas sorpresas bajo la manga. No todos los días un shonen se arriesga a romper su propia lógica para ofrecer algo que se siente tan personal y al mismo tiempo tan caótico. Si alguien pensaba que Fire Force ya había mostrado todas sus cartas, este capítulo es la mejor prueba de que lo más extraño —y lo más brillante— está aún por venir.